Este Blog ha nacido para dejar volar la imaginación, y al igual que las mariposas, anuncian su presencia con el aleteo de las alas, espero de vez en cuando volar para encontrar historias que contar.

25 de enero de 2014

Mi mamá es de pueblo…

Mi mamá es de pueblo…
Esta debía ser la apreciación de mis hijos ante sus compañeros de cole cuando tenían que hacer algún ejercicio en ciencias naturales.
Mi marido con mucha guasa les decía: Los temas de pueblo, mejor se lo preguntáis a mamá…
Esto era; temas de animales,  plantas…en fin, todo lo que tuviera que ver con el campo. Mis catorce años de vida rural, tenían que dar para todas las dudas que tuvieran… Entonces no sabían, que en ocasiones mis dudas podían ser comparables a las suyas, y más de una vez nos vimos juntos colgados de la enciclopedia. Pero también es cierto que haber nacido en un pueblo, da un carácter especial, y de algo me servía.
Mis hijos habrán visitado mi pueblo un par de veces.
Una de las veces que fuimos, mi hijo pequeño debía tener como seis años. El hijo de mi hermana Viges de la misma edad también estaba. Fuimos a visitar a San Cristóbal,  a mi primo Teyo, pastor desde que le salieron los dientes. Los niños se lo pasaron en grande corriendo por el campo detrás de los animales, todo era nuevo para ellos. Cuando llego la hora de recoger a los animales, mi primo les dijo: “¿Queréis venir conmigo a ordeñar las cabras?”, los niños felices se fueron detrás de él hacia el corral. Cuando termino de ordeñar, mi primo salió horrorizado, pero riéndose.
-Pero… ¿a  qué colegio lleváis a estos niños? Nos quedamos sorprendidas, no sabíamos a que venía la pregunta.
-Pues… a uno normal…
-Pero si no saben que lo que sale de las tetas de la cabra es leche…! Empezamos a entender…
Muerto de la risa nos cuenta la conversación que había mantenido con ellos:
 Mi primo se pone a ordeñar, a los niños se le ponen los ojos como platos.
-¿Eso que sale que es…?
-¡Coño que va a ser…! leche. Los niños se miran, no entienden… ¿Vosotros no bebéis leche?
-Sí... ¿Y como se mete ahí dentro…?
-¿Que cómo se mete aquí dentro…? ¡¡de aquí se saca para que vosotros la bebáis!!
 Mi mamá la compra en una botella…!!!
-¡Nos ha jodio, Pues eso galán ni es leche ni es na…!!…)

El resto del repertorio se quedo en el aire, pero a juzgar por el tiempo que estuvieron debió soltarle un buen sermón. El pastor debió sentirse a sus anchas de la ignorancia supina de unos niños, que teniendo las madres que tenían ya podían haberle explicado algo que los suyos y todos los del pueblo sabían desde que nacían.
Salimos de allí con unas cuantas lecciones aprendidas, y una pendiente con los niños del proceso de la leche.


En otra ocasión la experiencia fue siendo ya mayorcito… Me vi un día rectificando una maqueta preciosa, de una noria que mi hijo ya traia hecha del colegio. Según su profe, decía mi hijo, “¡¡así está bien!!”
-Ya, sí, si el trabajo está muy bien hecho… solo que si tuviera que sacar agua de verdad volvería a caer en el pozo.
 La discusión se alargo. Nada de lo que trataba de explicarle le convencía, se sentía como si estuviera haciendo de menos al profe. Nada más lejos de mi intención.
“¡¡ Mamá… El profe sabe Lo que hace!!”   me dijo, como dando por zanjado el tema. A esas alturas ya me estaba templando.
-Sí, pero en este caso le pasa lo que a ti, no ha visto una noria en su vida, y si la ha visto en foto, no se ha fijado mucho.
- ¿Y tú? Aquí ya se ponía borde… y todo tiene un límite.
Mira guapo, yo pertenezco a una familia donde tu abuelo no se pudo permitir, tener tractor, para arar. Lo de poner un motor para sacar agua, creo que no se lo planteo jamás.  Todas las faenas que tuviera que hacer en la huerta y un huerto pequeño que tenía, lo hacía con la ayuda de dos burros. Y no te puedes ni imaginar la de horas que me he tirado al lado de la noria vigilando al burro, unas veces para que caminara y otras para que no fuera tan deprisa, dependía de cuál de los dos estaba puesto al palo de la noria. Y como en ese momento mi prioridad no era tomar el sol, que por cierto, achicharraba, me entretenía en mirar como daba vueltas la noria y como caía el agua en el cajón. A veces hasta me quedaba dormida. ¡¡Y sabes!! Tu abuelo era de los que cuidaba los aperos de labranza, como si fuera la cuchara de comer. Lo poco que tenía le costó mucho trabajo. Lo vi muchas veces como la arreglaba en verano para que funcionara mejor y como la mimaba en invierno para que se conservara lo mejor posible. ¿De verdad crees que se me ha olvidado cómo era…? La cara del niño era de sorpresa. La mía seguro que también, qué pocas veces le había explicado de dónde veníamos y cuantas veces tuvimos que interrumpir los juegos para hacer cosas como esta, no sé, si por necesidad, o nuestros padres lo hacían para quitarnos de jugar en la calle.
Terminamos poniendo un poquito de agua en los alcaduces… Por cierto, le dije; en los pueblos simplificamos tanto hasta las palabras, que a veces damos por bien dicho, lo que no es. Siempre oí decir; “alcabuces” y tienes razón se dice arcaduces, o alcaduces. A cada uno lo suyo.